Elegía a la muerte

Te movías tan silenciosamente

que solo sentí crujir tu silla de pájaros,

y me hirieron tus ojos de neblina

como una lanza de hielo en el alma.

Solos en la noche

tu elevaste las manos

como un racimo de claveles asustados,

y en un magistral golpe de estrellas,

danzaron dos gritos, farolas y charcos.

Los vistes medirse con miedos las manos

teñidas de celos, licores y barro,

anhelan sus ojos la pelea y la sangre.

La noche esta fría,

cantan los puñales,

melodías de acero, de luz y de muerte.-

por Roberto Attias